domingo, 18 de febrero de 2018

Tadeu Franco, “Cativante” (1983)






Si el concepto social de clase media aplicado a Brasil es un término a menudo vaporoso e impreciso cuando no directamente inexistente –habida cuenta de las desigualdades galopantes que siempre ha sufrido, al igual que el resto de sus vecinos, el país sudamericano-, trasladada dicha noción al ámbito artístico, y más concretamente al musical, adquiere una significación más candente y posible. El compositor y cantante mineiro Tadeu Franco es un buen ejemplo de esto último. Descubierto y apadrinado a principios de los ochenta por el referencial Milton Nascimento –instante de gloria para la posteridad-, Franco ha ido desarrollando una discreta carrera aderezada con un pequeño puñado de álbumes, numerosas participaciones en festivales de la canción y una contrastada labor de instrumentista, autor, maestro de promesas en ciernes y hasta presentador de televisión  que le ha permitido mantenerse en un segundo plano en la escena brasileña sin que por ello se hayan resentido su integridad estética y su autonomía vital.

Fue en el disco de Nascimento de 1982 “Änïmä” –no precisamente uno de los discos más destacados del trespontano de adopción: una grabación a medio camino entre la introspección post-hippie y cierta sobrecarga en la producción- donde Franco hizo por primera vez acto de aparición (como cantante invitado), más concretamente en la canción “Comunhão”, compartiendo micrófono con la cantante de Bahía Simone –de la escuela de texturas aguerridas como la de Maria Bethânia-, en una de las piezas más aprovechables del álbum: un rock contenido de tono positivo y pacifista –“Vida futura no ponto de explodir”-. “Comunhão” comparte relevancia en ese disco con “As Várias Pontas de Uma Estrela”, con Caetano Veloso como atracción.






La introducción de Bituca en el escaparate discográfico tuvo para Tadeu Franco su punto culminante con la publicación de “Cativante”, el debut del segundo con producción del propio Nascimento. Un disco apoyado mayormente en composiciones ajenas: algunas cedidas expresamente por sus autores y otras oficiando propiamente como revisiones. “Canto de uma terra” es la única escrita por Franco y convertida con el paso del tiempo en clásico mineiro: reformulada por su paisana Déa Trancoso en su disco de 2007, “Tum Tum Tum. De Minas”, que la despojó de los borrascosos arreglos de la versión original. “Nenhum mistério” –que uno de sus autores, Lô Borges, incluiría a continuación en su propio “Sonho Real”- tiene impresa la misma fantasía pop que ya cultivaba por aquel entonces Djavan, y “Gente que vem de Lisboa” –de Tavinho Moura y Fernando Brant: el segundo también activo colaborador de Bituca- tira de abigarramiento tropicalista –temáticamente muy cercana a las “Três Caravelas” de Veloso y Gil-. Milton cede en exclusiva la propia “Cativante”, un fervoroso himno libertario –“Fruto de um vendaval e uma procura incesante”- y Tadeu devuelve el regalo cerrando el disco con “Coração civil”, un explícito –y ascendente- alegato antimilistarista con la dictadura aún caliente que Milton incluyera en su disco del 81 “Caçador De Mim”. Pero la pieza más reconocible del lp sin lugar a dudas es “Aonde eu nasci passa um rio”, incluida en el pináculo de Caetano y Gal Costa “Domingo” de 1967, redignificada aquí por la garganta privilegiada de Franco.






Un disco excepcional con un repertorio intachable que pide a gritos una justa reivindicación como uno de los tesoros de la MPB de la década de los ochenta. Si bien Tadeu Franco no volvió a repetir un estado de gracia parecido, bueno es recordar no obstante que su exquisito criterio le llevó a firmar en los noventa un emocionado y más que convincente homenaje a uno de los baladistas pre-bossa nova por excelencia: don Orlando Silva.

Tadeu continúa ejerciendo de sabio difusor y elegante ejecutante aún en nuestros días, fortaleciendo la vigencia de una profesión que en su país de origen todavía hunde sus raíces en el imaginario local con pasión, dedicación y respeto: qué envidia.

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