miércoles, 19 de abril de 2017

Łucja Prus






Excepcional y muy versátil intérprete nacida en Białystok, al noreste de Polonia, Łucja Prus no concita aún la misma admiración que otros colegas contemporáneos a casi 15 años de su desaparición (se cumplirán el próximo 3 de julio). Sin embargo fue, en muchos casos, la primera en cantar piezas que más tarde se convertirían en auténticos himnos en el imaginario musical de su país natal.




En activo desde principios de los sesenta, fue en la década siguiente cuando tuvo su momento de esplendor, rivalizando tanto en capacidad sobre las tablas como en escasez de producción musical con Magda Umer. Esos años fueron los de mayor actividad artística (reorientada hacia las canciones y las series de animación infantiles) para, a partir de los años ochenta, empezar a espaciar tanto grabaciones y proyectos multimedia como apariciones públicas.

Sus mayores logros musicales fueron los primeros singles, adaptar al romántico Mickiewicz, la colaboración con el grupo de rock psicodélico Skaldowie o su primer álbum, de título homónimo. De ahí al documento definitivo que es “Nic Dwa Razy” (“Nada dos veces”), la recopilación antológica editada en 1999 donde se incluyen varias piezas de aquellas conquistas y otras que culminan en su serena y envidiable madurez, lindando la cincuentena.




“Nic Dwa Razy”, el disco (de la Zlota Kolekcja, "Colección de Oro"), arranca con la canción que da título al mismo, y hará las delicias de los fans del jazz vocal, vía canción popular polaca. Y a partir de ahí, todo un festín para los sentidos. “Jawnosc” (“Franqueza”) la emparenta con nuestra Cecilia en términos de canción melódica iconoclasta, y “Chanson Triste” con la Ewa Demarczyk más flemática y ensimismada. El pellizco travieso de “Szedł chłopiec ze swoją dziewczyną” entronca con las grabaciones más aparentemente ingenuas de sus discos para los más pequeños. 




No faltan géneros tan apegados desde siempre a la canción lírica de su tierra como el vals o el tango en cortes como “Walc szczęście” o “Tango z różą w zębach”. Y, cómo no, la bossa nova: en “Czas rozpalić piec” –“Tiempo de encender el fuego”- Łucja Prus y Janusz Strobel emulan de manera admirable aquellos duetos de Elis Regina con Antonio Carlos Jobim, algo imperdible para los amantes de la caricia brasileña. Hay momentazos de beat pastoral como “Pod śliwką”,  “Ach nie mnie jednej” (con Skaldowie) o chanson tropical gainsbourgiana -“Księżyc nad Kościeliskiem”, a dúo con Wojciech Młynarski-. Para cerrar “Dookoła noc się stała” (mi favorita de su repertorio: folk absolutamente estremecedor) y “W żółtych płomieniach liści” –“Las hojas amarillas”-, un clásico absoluto, aquí de nuevo mano a mano con los Skaldowie.



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