jueves, 15 de enero de 2015

En busca de Cabo Verde (IV)






El funaná es el estilo musical por antonomasia del campesinado y las clases más humildes de los núcleos urbanos de las principales ciudades de Cabo Verde. Apoyado desde su origen fundamentalmente en el acordeón y en una percusión “a cuchillo” sobre algún objeto metálico, poco a poco fue evolucionando y ampliando su paleta expresiva con instrumentos eléctricos y tecnológicos.

Uno de sus principales -y primeros- artífices fue el guarda forestal CODÉ DI DONA (1940-2010) -cuyo nombre también admite variar sensiblemente la grafía de la C a la K-, intérprete de al menos tres álbumes con o sin grupo detrás. En el primer caso y en un disco como “Kode Di Dona's Funana” (1996) se advierten esas raíces primigenias del estilo en todo su esplendor: texturas áridas y sinuosas bajo un cielo sofocante de ritmos sincopados y discurso melódico irregular: todo un desafío para los pulcros oídos de cualquier aficionado del primer mundo. Gregório Vaz (nombre real) como involuntario baluarte que debería ser del verdadero sentido del término “anti-folk” según el prisma occidental. Sin embargo, para esta ocasión hemos incluido en el sampler correspondiente dos piezas más digeribles incluidas en su disco homónimo de 1997: “Pomba” -cuyos coros nos recuerdan poderosamente a los Talking Heads de “The Great Curve” o “Houses in Motion”- y “Teresinha”, ambas bendecidas con acertados bajos musculosos. Codé Di Dona es a São Domingos lo que Faustino Oramas “El Guayabero” a Holguín, allá al otro lado del océano: una respetada y señera figura local que funde la hilaridad y la picardía de las historias del terruño con acordes rudos y garganta ufana.







Los praianos OS TUBARÕES de Ildo Lobo (ver ‘En busca de Cabo Verde I’, cuando incluíamos a Lobo en solitario en el primer recopilatorio) fue el primer combo destacado tras la ansiada descolonización de Portugal. Practicaron todo tipo de estilos (además de funaná se bregaron en la coladeira, el morna y el pop internacional) y armaron una admirable y muy consecuente discografía que quizá tenga en “Djonsinho Cabral” -su segundo elepé, publicado en 1979- el punto más álgido de su discurso, aunando tradición y atemporalidad sonora de la manera más efectiva posible. No obstante, hemos elegido dos canciones de su disco final, “Porton D'nos Ilha” (1994), dos coladeiras trepidantes como son “Mula Mansa” –ilustrativa muestra de costumbrismo literario apegado a las volcánicas superficies que conforman muchos de sus pueblos- y “Tunuca”, más sofisticada y reivindicativa, celebrando de manera exuberante la emancipación nacional. Lobo aunaba de alguna manera el físico de Juan Luis Guerra con la desbordante retórica de Renato Russo.







Un punto de inflexión en la historia del funaná fue BULIMUNDO. Formados a finales de los setenta, revolucionaron el género ya en los ochenta añadiendo guitarras eléctricas y demás cacharrería contemporánea a sus esquemas. Liderados por su añorado guitarrista Katchás, flirtearon –a su manera- con el art-rock, la música de baile anglosajona y el post-punk de raigambre “étnica” gracias a la utilización de acordes energéticos no muy alejados de lo que hoy conocemos como ‘jangle’, lo que dio a su obra una versatilidad pasmosa y rica en matices. He seleccionado las dos primeras canciones de su obra maestra, Êxodo (1983), donde en muchos de sus cortes no suenan nada alejados en planteamientos “mestizos” de propuestas de la época como los primeros Ciudad Jardín, los Coyotes de “Mujer y sentimiento” –“Di Modis Ki”- o los citados Talking Heads. Una orquesta fundamental y siempre sorprendente.







La escisión más sonada de Bulimundo fue FINAÇON, el grupo liderado por los hermanos ZECA y ZEZÉ DI NHA REINALDA, dos de los primeros cantantes de los de Katchás. Como éstos u Os Tubarões, consiguieron un éxito tremendo tanto en su país como en otros más  o menos con los que los une un profundo  hermanamiento –caso de Guinea-Bissáu-. Finaçon tienen en “Horizonte” (1985) y sobre todo “Dotorado” (1989) los larga duración más definitorios de su carrera. El funaná “eléctrico” se hace con ellos definitivamente más expansivo, llegando a su plena normalización. He incluido de ellos hits tan incontestables como “Indifido” o “Si Manera”, forrados con teclados ‘verbeneros’ absolutamente irresistibles, y con la vigorosa voz de Zeca Di Nha Reinalda por bandera, todo un portento expresivo.

De los hermanos he escogido también dos canciones (por artista) de sus respectivas carreras en solitario. De Zezé tanto la festiva “N Ka Kulpadu” como el morna-vals “Mundu Mas Bunitu” (esta segunda con una intro que haría palidecer a los grupos de pop siniestro de la época en que se publicó: finales de los ochenta), dando muestras de un infatigable y siempre mudable talento afro-pop.





Zeca Di Nha Reinalda, toda una estrella en su país –considerado merecidamente ‘O Rei do Funaná”- tiene ya una larga trayectoria al margen de los fenecidos Finaçon, desembocando en un electro-funaná lindante con la música ‘dance’ al uso (“Engana Deus”), de bases martilleantes, sensibilidad ‘pop’ y plenitud verbal.


Para cerrar, algo alejado del funaná pero que aun así comparte algo del desparpajo de Zeca Di Nha Reinalda en lo que respecta al maridaje de ritmos caboverdianos y música de baile cosmopolita. MARIZIA (DO ROSARIO), que está más cerca de otros estilos como el zouk o el kizomba, fue a finales de los noventa y principios del nuevo siglo la auténtica sensación caboverdiana en las discotecas de las islas. Dance-pop insolente y meridianamente comercial que tiene en “Daily”, de 2003, su disco más celebrado e irrebatible. Colmado de hits potenciales (entre Fantcha y Kylie Minogue) y prístinos arreglos synthpop, “Cabeça No Ar” (incluida en el disco citado) sería el más rotundo. Para acompañar “Taõ piquenin”, canción estrella que diera título genérico a su anterior disco: para gente sin complejos.


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