miércoles, 2 de octubre de 2013

Noosha Fox




Tuvo su momento de gloria y podía haber acabado convirtiéndose en una figura de primer orden (a su alrededor se manejaba material de sobra para copar las listas de éxitos), pero una pésima estrategia de marketing al final de su carrera -al que habría que sumar un consiguiente e interiorizado sentimiento de desmotivación y de pérdida de brújula artística-, propició uno de los abandonos más injustos y descorazonadores de la historia de la música pop. Por motivos como esos su carrera en solitario y el silencio que rodea su vida posterior -alejada por completo de los focos- han propiciado, aun hoy en día, una de las labores más desafiantes para el melómano puntilloso: la reconstrucción de su –hasta cierto punto- desperdigada experiencia en solitario y la investigación sobre su paradero y las inquietudes actuales de quien, por otra parte, tuvo muchas papeletas para ser una de las divas allá en las Antípodas.






Hablamos de Susan Traynor, más conocida como Noosha Fox (Brisbane, Australia), una de las vocalistas más carismáticas e insinuantes de los años setenta. Su carrera comercial se inicia entrando a formar parte del combo británico neo-folk Wooden Horse, con el que graba dos álbumes de correcta prospección post-hippy –más norteamericana que británica-, de cuidado recubrimiento coral (Traynor aquí no es aún la indiscutible frontwoman para la posteridad) y corta vida: están circunscritos a los primeros años de la década.

Tras esta primera toma de contacto, la futura Noosha se alía definitivamente con Kenny Young, compositor y futuro productor de mucho bicho viviente con quien ya había coincidido en el tercer y último disco de éste en solitario.






La táctica a partir de ese momento fue clara: crear un grupo lo suficientemente competente instrumentalmente para lucimiento de una cantante que empezaba a encandilar con su presencia engañosamente apocada –algo así como una señorita Rottenmeier recién liberada- pero poderosamente sugerente, principalmente gracias a un registro vocal diferente, capaz de escalar más octavas que la media. Comenzaba la leyenda: Fox, una de las formaciones (también británica) más genuinas de la era (post)glam. Tres discos como tres soles, con el aliciente de ostentar una secuencia en clara progresión cualitativa a medida que se producía cada lanzamiento. Fox son, con seguridad, uno de los grupos más interesantes de ese periodo errático y nebuloso situado entre la irrupción de Ziggy Stardust y el punk.

“Fox” (1975) es el debut. Contiene sedimentos de R&B bajo el paraguas del Northern Soul primigenio –la versión de “Love letters” de Ketty Lester- o glam cristalino-“Pisces’ Babies”-, y su primer single destacable, “Only you can”, donde ya asoma el boogie sincopado que acabaría convirtiéndose en marca de la casa. Aun así, es un disco tímido, mayormente reposado y algo alejado de la desatada expresividad de los siguientes.






“Tales of Illusion”, publicado unos meses después, se muestra más despierto que su precedente pero al que le falta quizá un single muy rotundo que llevarse a los oídos. Es el disco en el que se reparten más que nunca las tareas vocales, quedando el protagonismo de Noosha –sobrenombre dietrichiano que adoptaría desde el principio del grupo hasta sus últimas grabaciones- más difuminado que de costumbre. Un disco más soleado, más folk y menos glam, por así decir.

En “Blue Hotel” (1977), su disco final, terminan por desatarse. Contiene “S-S-S-Single Bed”, un contagioso número donde la voz aniñada pero poderosa de Noosha (precedente total de luminarias como Kate Bush) domina con sensual suficiencia y gracia connatural. La colección de canciones es, más que nunca, determinante y clarividente. Ahí están “Livin’ Out My Fantasies” o “My old Man´s Away”, con su infecciosa sección rítmica y sus vívidos estribillos. Son, más que nunca, perfectos ejemplos de una evolución orientada hacia el baile, con delineaciones melódicas cada vez más claras y más pegadizas que dejaron totalmente en el aire cuál podría haber sido su definitiva evolución. Lo más cercano que estuvieron de la obra maestra.






Coincidiendo con “Blue Hotel” se inicia prudencialmente lo que fue el malogrado itinerario en solitario de Noosha Fox. “Georgina Bailey”, con su ligero trote country-pop hizo aventurar los mejores presagios y, de hecho, se escuchó lo suyo en aquellos días. La cara b no desentonaba en absoluto: “Pretty boy” también posee firmeza con esa somera emanación de rock latino y arábigos arreglos de guitarra.

“Skin Tight”, por su desparpajo rítmico y expresivo, entronca directamente con las emergentes –y heterodoxas- estrellas del post-punk. ¿O no comparte esta canción muchos puntos en común con el “Lucky Number” de Lene Lovich?. “Miss you”, su cara b, profundiza en la misma línea con una Noosha definitivamente instalada en su característico timbre.






“The Heat is On” fue su single más sonado de la época (registrado posteriormente por Agnetha Fältskog de ABBA en su disco del 83) y el más recordado junto con el “S-S-S-Single Bed” de su etapa en Fox. Imparable y vibrante, es de las piezas donde más se percibe la teórica sincronía con la Bush. Al otro lado se encuentra “Some Enchanted Evening”, donde Noosha canta con más intención y comodidad que nunca y le acerca de paso al espíritu de Blondie. “Hot As Sun”, su siguiente single, incorpora algunos elementos “exóticos” para arrimarse al pujante pop tropical que se imponía en los primeros ochenta. “The cheapest nights”, por el contrario, tira más de momento íntimo con recitado al piano.
“More Than Molecules”, su quinto y último single –jamás publicó sola un lp como tal- retrocede a “Blue Motel” con algún coro a lo Beach Boys, mientras que “Odd Peculiar Strange” viaja más a cabaret berlinés de entreguerras.







Fin de la historia. O quizás no. Aún nos queda recordar una sustanciosa colección de canciones inéditas de Fox publicadas póstumamente, allá por 1996. Es una serie de lo que podría haber sido un hipotético cuarto disco y ya definitivamente escorado a la pista de baile y la electrónica. Se trata del recopilatorio “Only You Can”, con abundante material inédito. Contiene influencias de Devo –“Electro People”, “I Want To Be Alone”-, hits vírgenes –“If You Don´t Want My Peaches Don´t Shake My Tree”-, tecno-pop pseudo-industrial –“Dancing With An Alien”-, baroque pop de lujo –“Teyo”-, art-pop –“Torn Between Two Worlds”-, proto dance-pop –“Captain Of Your Ship”-. Por un lado provoca dientes largos por lo que podría haber sido y material rescatado por otro que no hace sino engrandecer su modesta pero justificada leyenda. Dejemos que siga su curso.




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A continuación, una compilación que incluye los cinco singles de Noosha Fox en solitario, rarezas de Fox, todas las inéditas que se incluyeron en el recopilatorio "Only You Can" (aquí indicado como "The Very Best of Fox"), una completamente inédita y un par colaboraciones de Noosha haciendo coros en el disco de Tim Renwick de 1980:

http://www.4shared.com/zip/__967PaK/Noosha_Fox__etc_.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy aimable desde Holanda