domingo, 21 de agosto de 2011

En busca de Cabo Verde (II)




No esperen encontrar generalmente excesiva sofisticación en las letras de los artistas caboverdianos. Es más, los leiv motivs no son especialmente variados y giran casi siempre en torno los mismos temas: la nostalgia, el deseo de retornar a la patria común (Cabo Verde es, en esencia, un pueblo emigrante), el amor, la celebración de la vida o la dignidad del ser humano. De esto último habla, por ejemplo, el “Criolo Ca Tem Patron” de TITO PARIS. De dignidad laboral y, de paso, racial: social, en definitiva. De Tito es de quien he seleccionado más canciones –tres-, no porque se trate de mi favorito, sino porque no me he podido resistir a incluir otras tantas muestras de un tipo especialmente dotado para facturar canciones explosivas, hits en potencia mucho músculo y prestancia, contagiosas. Algo así como el equivalente al denostado Carlinhos Brown quien por otra parte, pese a la insufrible exposición mediática de hace unos años, sigue siendo unos de los compositores más solventes del Brasil contemporáneo. Además de “Criolo Ca Tem Patron”, la sensual “Preto E Mi” y la coladeira “No intende” son la representación de esta omnipresente figura, habitual en colaboraciones con casi todos los pesos pesados de la música de su país, además de cotizado autor de muchos de ellos.



JACQUELINE FORTES no entró en el primer volumen por problemas de espacio, pero pertenece más bien al sector de glorias veteranas. He elegido dos adorables y risueñas canciones de su más o menos reciente “Terra D'nhas Gente”, un disco con una especial habilidad para estribillos pegadizos, especialmente pop en casos como “Minina Nova”. TEOFILO CHANTRE, como en el caso de Tito Paris, ha sido durante mucho tiempo proveedor de buena parte del repertorio de, entre otros Cesária Évora, y para sus discos en solitario –donde la bossa nova, la canción francesa o el tango están más que presentes- se ha dejado llevar por la vena más intimista y delicada de sus composiciones, llegando a abusar en ocasiones de cierta indolencia interpretativa. Pero lo aquí expuesto tiene muchos quilates: el “Mãe pa fidge” que canta a medias con Cesária es punto álgido en su discografía y que, junto a “Vadiamundo” –con ese sabor portuario-, marcan un impasse introspectivo en mitad del baile.



En algún lugar entre el funk-pop y el morna se sitúa la potente voz de FANTCHA, muy exitosa y comercial ella, marcando siempre su propia tendencia. Las dos canciones por las que he optado se mueven en ambos extremos. LURA es otra realidad igualmente desde hace ya más de una década. Algo más clásica que Fantcha, con la que le une un registro vocal cercano –aunque algo más suave-, centra todos sus esfuerzos no solamente en el morna de rigor, sino en el bolero, como bien ejemplifica “Padoce de céu azul”.



Cierro con un pequeño epílogo dedicado a grupos caboverdianos, que no podían dejar de tener aquí su hueco. CORDAS DO SOL y SIMENTERA son ambas formaciones numerosas, centradas en el tradicionalismo y en la recuperación de viejas joyas de su folclore natal, convenientemente puestas al día. El segundo de estos combos estuvo liderado por el francotirador Mario Lúcio, con varios discos en solitario bajo mi punto de vista aún menores con respecto al grupo madre. “Dor Di Amor” es un diamante folk en toda su –gran- extensión.


En Busca de Cabo Verde 2

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