sábado, 23 de mayo de 2009

Entrevista a Claustrofobia




Segunda parte de la charla con Pedro Burruezo. No podíamos irnos sin indagar algo más sobre Claustrofobia, el heterodoxo mito que no dejaba a nadie indiferente en aquellas noches de terciopelo, y aquí pudimos contar, además, con la valiosa aportación de otro de sus componentes, Antoni Baltar.


¿Cuál fue la razón –confesable- por la cual se terminó Claustrofobia? ¿Cansancio, incomprensión o simplemente que sentisteis que se había terminado una fase artística?

(Pedro Burruezo) Una fase artística había concluido. Para que se abran algunas puertas tienen que cerrarse otras. Pero nada de discusiones, ni de peleas, ni nada parecido. Y tampoco el sentirnos incomprendidos. Creo que yo me sentiré incomprendido toda mi vida y no por eso voy a dejar de componer, de cantar, de hacer cosas. Simplemente, terminación de una fase artística, y ya está. No busques cosas raras.

Volviendo a “El sudor de las minas”, en la que citabais a algunos de vuestros ídolos –o referencias- indiscutibles de vuestra cultura musical: Camarón, Ian Curtis, James Brown o Germán Coppini. Imagino que todos siguen siendo para ti artistas admirables, o quizá alguna de estas referencias las veas ahora como un desliz adolescente…

(Pedro) Todos ellos han dicho cosas importantes en la historia de la música popular. Todos han sido y son, al menos para ciertos grupúsculos, artistas de gran interés creativo. No tengo nada que desdecir al respecto. De ahí a volver a hacer lo que hicimos en El sudor de las minas… pues no sé. Ahora mismo no creo que lo volviera a hacer. Pero eso no quita que sigan siendo artistas de renombre justificado.

¿Qué pensarías si de pronto un día escucharas otra canción en la que –como ocurría en aquella- otro grupo o solista te citase a voz en grito?

(Pedro) A través de Internet, en los conciertos, en los foros, en las críticas, veo que últimamente hay mucha gente reivindicando el papel de Claustrofobia, y también de la Bohemia Camerata, de todas las edades, de todos los lugares. En Mondo Sonoro se ha escrito un artículo recientemente que, vamos, ni es que estuviéramos muertos. Y un chico tiene una página dedicada al grupo, un chico que ni siquiera llegó a vernos nunca: http://www.claustrofobia.tk En México, por decir algo, hay un chico que me escribe cada dos por tres y que tiene toda mi discografía con todas las rarezas editadas y su padre es un gran autor de boleros y nos carteamos mucho. Con muchos de los fans que tiene el grupo siempre he intentado borrar la imagen que tienen de mí de ser una persona muy volcada en la bohemia, en el consumo de estupefacientes, de estar muy loco, de ser una persona asocial, solitaria… La prueba más evidente es esta entrevista. Yo… lo único que pido es que los seguidores escuchen, que vean más allá, que indaguen, y que abran sus corazones a la emoción. Personalmente, huyo de la vanidad como del demonio. Me interesan muy poco ciertas cosas relacionadas con el orgullo, la vanidad y todo eso. Yo sólo estoy entregado a la emoción. Porque la emoción me conecta con algo misterioso y muy sanador para mí y para otros.



Una vez comentando con un amigo al que le pasé algunas de las –primeras- canciones de Claustrofobia, me confesó que les parecíais el colmo de la post-modernidad. ¿Llegasteis a sentiros en algún momento cercanos a ese ambiguo y desasosegante concepto?

(Pedro) No. A nuestro alrededor siempre había mucha gente muy dada a teorizar sobre estos aspectos. Nosotros nos reíamos un poco de todo eso y simplemente estábamos juntos para tocar, para crear. No para ser más vanguardistas que nadie. Nuestro estilo nunca fue nada premeditado, sólo algo natural.

Algunos de vuestros fans os descubrimos ya muy tarde, cuando habíais dejado de funcionar (bueno, yo cuando todavía funcionabais os conocía de leer algo, vagas referencias…) y por tanto desconocemos algunos acontecimientos importantes en la vida del grupo. Por ejemplo, la salida de Antoni Baltar (miembro importante del grupo desde los inicios hasta “Repulsión”, tercer vértice del universo Claustrofobia). ¿Cuál fue el motivo -también confesable-?, ¿discrepancias musicales?, ¿diferencias personales?...

(Antoni Baltar) Gracias por lo de miembro importante! La razón oficial que dí, y me repetí tanto que me la he acabado creyendo, es que en aquel momento sentía que Claustrofobia ya “iba en serio”, iba camino de la profesionalización, pero en cambio no me ofrecía ingresos suficientes, y yo en aquel momento no me identificaba del todo con el proyecto musical; si se hubiese cumplido una de las dos condiciones no me hubiese ido. Hice luego varios intentos artísticos por mi cuenta, y conseguí algunos modestos logros que sólo fueron y serán apreciados por cuatro amiguetes. Supongo que quería seguir mi propio camino, porque en el fondo pensaba que Claustrofobia era Pedro, y yo tenía que “matar al padre”. Casi siempre me consideré un invitado de lujo, con derecho a voz, voto, influencia mutua... Pero no acababa de ser algo “mío”. Eso sí, siempre me he considerado un “claustrofóbico”, es un gran orgullo para mí haber formado parte de esa fascinante aventura.

Sea como sea veo que seguís teniendo una excelente relación: ¿Nunca habéis hablado de volver a hacer alguna cosa juntos?

(Antoni) Para mí fue una gran alegría la reunión para sacar “Les Tresors” en 1999. Después de tanto tiempo, fue un placer volver a hacer música “en serio”. Me siento un privilegiado por haber podido participar en piezas nuevas como ”Escalofrío”, canción que ya en su momento me erizaba el vello mientras grabábamos en aquel pequeño estudio del barrio de Gràcia y que mucha gente considera la mejor canción de Claustrofobia. Algo haremos… A Pedro le iré convenciendo poco a poco para que rindamos homenaje a canciones que, en mi opinión, nunca quedaron “redondas” en ninguna grabación, y que “merecen” quedar retratadas mucho más guapas y mejor vestidas; es decir, interpretadas y grabadas como es debido. Estoy hablando de París Nostàlgic, por ejemplo. Pero no hay prisa, somos jóvenes, nos falta mucho aún para cumplir los 50!



Aunque de manera tímida –entre otras cosas porque se trata de una generación de músicos que, de manera casi generalizada, provienen del más riguroso underground-, últimamente el nombre de Claustrofobia se maneja como influencia –o llanamente como grupo admirado- entre algunos de los grupos actuales: Extraperlo o Veracruz entre los más activos. ¿Cómo se siente uno viéndose reivindicado después de tantos años de aparente ostracismo?

(Pedro) Vuelvo a insistir en que yo sólo busco la emoción, la mía y la de los demás, y me importa muy poco todo lo que gira en torno a la vanidad y otras cosas del mundo mundano. El otro día me pasó una cosa curiosa. Un amigo joven de la familia me contó que, durante tiempo, adoraba a Claustrofobia. Escuchaba los discos pirateados y, como no conocía los créditos, no sabía que yo formaba parte del grupo. Hasta que se dio cuenta porque, en casa de un amigo, accedió a uno de los viejos vinilos, que el amigo lo había comprado en el mercado de la red. Se sorprendió mucho de que yo fuera de Claustrofobia porque no tenía la pinta. Esto me encanta. La gente se hace una imagen que no corresponde a la realidad. Supongo que ese muchacho se había imaginado a un creador torturado, paranoico, esquizoide… Yo quiero estar muy despierto y muy vivo para poder captar todo aquello que me emociona y transcribirlo a un lenguaje artístico y, así, poder compartir esa emoción. Nada más. Y pienso siempre mucho más en el futuro que en el pasado, sin tener en cuenta lo que se vaya a decir de mí, tanto si es bueno como si es malo (me refiero exclusivamente a lo artístico).

Y aprovechando la coyuntura, ¿estás de alguna manera al tanto de lo que están haciendo algunos de estos grupos actuales?

(Pedro) No estoy muy al tanto, la verdad, porque, entre otras cosas, mi actividad artística, mi labor de investigación medioambiental y el tener una familia muy amplia (con sus problemas, ja ja, y sus maravillas) me dejan poco tiempo. Ahora bien, sí te digo que yo no soy una persona cerrada a nada. Escuchar nuevas bandas con nuevas propuestas puede resultar siempre sorprendente, si es que esos artistas tienen algo nuevo que decir. A mí, como ya sabes, me gusta huir de los tópicos. Pero no lo hago de una forma consciente. Mi corazón siempre me lleva. Últimamente, algunas cosas de Arvö Part me han gustado mucho.



Se escribió hace algún tiempo, a propósito de Claustrofobia, que una de las posibles razones por las que no fuisteis un grupo con más suerte fue que la gente de Madrid -y su “movida”- os veían como al “típico” grupo barcelonés lleno de malditismo, de vocación ‘outsider’, o sea, demasiado raros para el gusto común de aquel entorno, y que, por otro lado, y para más inri, en vuestro propio ambiente, Barcelona, os tenían paradójicamente por un grupo más ‘madrileño’ o como mínimo de esas otras movidas (afinidades con La Mode o Golpes Bajos). ¿Estuvisteis en el sitio y momento equivocado?

(Pedro) Ha sido nuestro dilema siempre y lo seguirá siendo de por vida. No somos fácilmente clasificables. Demasiado catalanes para Madrid, demasiado castellanos para Catalunya. Demasiado pop para el flamenco, demasiado “racial” para el pop. Demasiado espiritual para la industria, demasiado libre para gente del “gremio” espiritual. El otro día, hablando con Rodrigo Rodero, que está llevando a cabo el rodaje de la película basada en la tercera novela (El idioma imposible) de la trilogía del Watusi, obra que fuera mi gran amigo Francis Casavella, me decía que “la movida” dio una imagen al mundo de que toda la música pop que se hacía en ese momento era una música frívola, juguetona, superficial… pero que en Barcelona, en los mismos años de la “movida madrileña”, funcionaban cosas más interesantes, más vanguardistas, y que el tiempo nos dará la razón. Creo que es un juicio bastante acertado.

(Antoni) ¡Firmo todas esas palabras! Recuerdo que me gustaba decir: “Algún día se nos conocerá como la Velvet Underground de Barcelona”. Por varios motivos: seguir nuestro propio camino ajeno a las modas, no ser del todo valorados en nuestra propia época… La existencia actual de bandas tan distintas, pero de alguna manera influidas por nosotros, como Ojos de Brujo o Extraperlo, me da la razón. Sólo falta que la gente se dé cuenta de que Pedro es el Lou Reed del Mediterráneo, uno de los mayores artistas de Europa… El problema es que Pedro siempre se ha identificado más con John Cale!

Creo que el punto más débil que impidió que Claustrofobia pudiese haber llegado a un público más amplio fueron varias de vuestras producciones. Es muy llamativa la del primer disco, “Arrebato” (1984), con esa segunda cara grabada en directo llena de imperfecciones. Hasta cierto punto incluso tiene su gracia por lo bizarro de sus incidencias, con ese presentador que lanza una perorata y le empiezan a abuchear para que se calle, esa caja de ritmos que parece no querer arrancar… ¿Cómo os planteasteis todo aquello? ¿Lo sacasteis así sólo por falta de medios o había incluso un punto de provocación adolescente?

(Pedro) No planteábamos nada. Todo era improvisación, echar hacia delante como fuera, conseguir lo que se pudiese… Siempre tuvimos muy pocos medios. Siempre nos ayudaron productores que no tenían ni un duro. Cualquier plan que pudiéramos tener siempre salió de una manera muy diferente. Es verdad que nuestras producciones eran muy deficientes con respecto a las que en ese momento sonaban en los programas más convencionales. Y, sin embargo, buena parte de ellas siguen hoy frescas, sólidas. Otras se muestran caducas. Pero no tiene que ver con la producción, sino con el arte vertido o no en cada una de ellas. El mundo de la música es un misterio enorme.



Hace un tiempo se publicó el directo “Fiesta en la noche”, grabación contemporánea de “Arrebato”, imagino que para sacar a la luz una faceta muy reivindicable del grupo y tal vez para paliar esas lagunas del primer disco…

(Pedro) Todo eso fue una idea de Violeta Gómez, persona muy cercana a Claustrofobia, en su día, y con la que he seguido manteniendo una cercana amistad. Yo colaboré en lo que pude, pero todo el trabajo, la idea y la recopilación fue un trabajo suyo. Estoy/estamos contentos de que todo vaya saliendo a la luz pero, te insisto, miro siempre más al futuro que al pasado. Mi carrera artística, afortunadamente, no es un museo de cosas viejas, sino que está muy viva. Ahora mismo, en una permanente transformación. Nunca hubiera podido imaginar que, tanto tiempo después, algunas personas iban a encontrar de interés seguir escuchando todas esas músicas. Evidentemente, eso es algo que te reconforta. Pero ahora mismo, esta noche, seguramente, buscaré un rato de paz, en la oscuridad, para concentrarme en la próxima actuación de Madrid, y en la de Girona, y buscar las entonaciones mejores, releer los textos, decidir qué introducción va en según qué temas… Todo esto, además, es muy sanador para mí, es terapéutico. Es algo así como el baile para Carmen Amaya, que, por su insuficiencia renal, necesitaba bailar para sudar y así deshacerse de residuos tóxicos en su sangre. Lo mío es más psicológico, pero fisiológico también, pues en cada actuación me entrego de una forma total, que me libera, que me lleva.

¿La reedición de los álbumes –todos muy difíciles de encontrar desde hace mucho- es un imposible o a los fans aún nos queda alguna esperanza?

(Pedro) Cada mes recibo alguna llamada o misiva diciéndome esto. Propongo que hagáis una asociación reivindicativa, ja ja. No depende de mí. Tal vez si convenciérais a Nuevos Medios o a alguna otra compañía o a Violeta Gómez… Hoy, los discos no se venden. Es difícil. Pero el otro día un chaval fanático de Claustrofobia me comentó que había encontrado “El Silencio” en una tienda de viejo y que le pedían 150 euros. Dios mío, le dije que esperaba que no lo hubiera comprado. Sería una insensatez. Acabó adquiriendo el vinilo a un precio bastante más razonable. Ojalá se reediten alguna vez, es verdad.

Otra producción que creo que os hizo un flaco favor fue la de “Un chien andaluz” (1989), vuestro penúltimo disco y puesta de largo con Nuevos Medios. Me parece una producción de flamenco-pop tal vez demasiado desvirtuada. Hay algunos momentos en que, si no fuera porque la arrolladora personalidad del grupo sigue muy presente, alguno podría pensar que se trata de un grupo medio prefabricado o, cuando menos, más convencional de lo que en vosotros era habitual. ¿Estás de acuerdo? ¿Había alguna intención en ese sentido?

(Pedro) En ese disco hay algunas canciones muy bonitas, como la “Nana del amor amargo”, “Soledad y pobreza”, “Lamentos mineros”… Sólo por esas piezas ya vale la pena todo ese trabajo. Aunque es verdad que no estuvo todo lo inspirado que nos hubiera gustado. “Carmela” sigue arrollando en los conciertos, y pertenece a ese disco. Bueno, uno no siempre está al 1000%, menos mal. Fue una cosa más bien de poca inspiración, y no tanto de premeditación de hacer un sucedáneo de flamenco-pop para llegar a más gente. Era nuestro primer trabajo con Mario Pacheco y estábamos tan eufóricos que la alegría nos llevó a no hacer las cosas como a mí me gusta, con muchas pausas, poco a poco, repensando, rehaciendo, muy artesanalmente… Curiosamente, en ese disco aprendí mucho. Aprendí a ser consciente de lo que se está haciendo, de que hay que volver a escuchar las cosas. A no dar el visto bueno a la primera… Aprendí mucho para “Encadenados”… el próximo trabajo.



Por el contrario, en “Encadenados” (1992), vuestro último disco –y para mí el mejor, más completo y definitivo-, todo suena afortunadamente natural, profundo, intenso, puro, dejando definitivamente cualquier atisbo de sonido sintético o accesorio. ¿No piensas que es vuestro mejor disco?

(Pedro) No sé si es el mejor o no, porque es difícil saberlo. Lo que sí es verdad es que fue el menos valorado por la crítica, cuando debería haber recibido mucha más atención. Por otro lado, sí es verdad que tiene canciones que siguen poniendo el vello de punta, como “Morir contigo”, “Encadenados”. “El enjambre”… La carrera de un artista es ir desnudándote poco a poco, hasta llegar a lo esencial. “Encadenados” fue un fin de ciclo y, por tanto, un llegar a la esencia. Insisto en que fue un disco muy poco valorado por la crítica y por buena parte del público, cuando, aunque está mal que yo lo diga, esconde algunos secretos bonitos, como las canciones citadas.

Incluíais ahí una estremecedora versión de “Cita en Hawai” de La Mode, para mí considerablemente superior al original, sin ninguna duda. Corrígeme si me equivoco pero creo que fue la única canción ajena que grabó Claustro. ¿Por qué esa elección?

(Pedro) Lo que tú dices es mucho decir, porque la versión original era verdaderamente inquietante. Nosotros hicimos lo que pudimos, pero, eso sí, quedó muy bonita. Le envié una copia a Fernando Márquez, pero ahora no recuerdo si me contestó o no. La grabamos porque la tocábamos en nuestros conciertos intimistas de trío con dos guitarras y quedaba tan bien que decidimos incluirla en nuestro disco, porque empastaba perfectamente con el resto del repertorio. El otro día, en la fiesta de homenaje por el óbito del ya citado gran amigo y gran escritor Francis Casavella, volví a interpretarla, esta vez en solitario. Algunas personas me confesaron que les sonó sobrecogedora. La elegí porque era una canción que, en la época, nos gustaba mucho a ambos. Fue mi pequeño homenaje a ese gran amigo que nos ha dejado tan joven. Por cierto, Rodrigo Rodero, como ya he dicho, está ahora rodando una película basada en una de sus novelas y parece ser que incluirá alguna de las piezas del primer disco de Claustrofobia, “París nostàlgic”.

(Antoni) Mmm... Cita en Hawaii no ha sido la única versión grabada por Claustrofobia. Le precedió ”Sex Machine”, incluida en la primera versión en vinilo de “Repulsión”. Era una pieza que en aquella época solíamos interpretar en directo, con cierto “desmadre” sobre el escenario por parte de Pedro y un servidor. “Get Up (I Feel Like Being a ) Sex Machine” era, y sigue siendo, mi canción favorita de todos los tiempos, por eso me puse tan pesado con ella, y conseguí, no sólo que se incorporase a nuestro repertorio en directo, sino que incluso formara parte de “Repulsión”, dejando fuera a “Los Milicianos” . Una vez abandoné Claustrofobia, este último tema, hasta entonces “relegado” a cara B del single Mamma Winnie, se incorporó al vinilo como bonus track de la segunda edición de “Repulsión”. La versión de Sex Machine era muy académica, pulida, comparada con el directo. Están muy bien las voces de Aimée Loba haciendo el papel de Bobby Byrd, y los arreglos de viento. Como anécdota: el bajista que toca en el disco interpreta a la perfección la linea de bajo según mis instrucciones, aunque no tiene demasiado que ver con el tema original. Ah! Y Aimée Loba y yo nos pasamos días argumentando y suplicando que los vientos tenían que cambiar en su estrofa el segundo y cuarto fraseos, para crear más variedad… Pienso hacer ese “remix” algún día! Oh, por cierto, no me corresponde rechazar cortésmente tu piropo porque no se realizó en mi época, pero a mí me gusta más el original de “Cita en Hawaii”. Sobre todo cuando comparo la versión con piezas tan fantásticas como “El enjambre”, “Las Sombras del Querer”, “Encadenados”…



La sensación que siempre me ha dado Claustrofobia es que, por unas razones o por otras, siempre estábais como caminando sobre una cuerda. ¿Era Claustrofobia un grupo con una mentalidad suicida? ¿Os sentisteis en algún momento así?

(Pedro) En absoluto, amigo. Lo que pasaba es que, por encima de otras consideraciones, siempre estaba la cosa de hacer lo que a uno le decía el corazón. Claro, y el corazón es pocas veces compatible con las leyes del mercado y de los medios de información. Pero nada de suicidarse. Nada de ser de minorías, tampoco, de forma vocacional. Sólo seguir la llamada del corazón. Un ejemplo… Al principio de todo, con el nombre que teníamos y las corrientes que funcionaban en ese momento, hubiera sido fácil para nosotros apuntarnos al carro de lo siniestro, de lo gótico… De repente, recuerdo una vez en Lleida, un concierto nuestro lleno de gente con crestas, vestimentas oscuras… Y nosotros vamos y salimos de blanco y tocando un bolero con una caja de ritmos. ¿Queríamos epatarles? ¿Queríamos llamar la atención? En absoluto, lo que queríamos era tocar boleros de una forma transgresora y nada más y no ceñirnos a unos cánones estilísticos llegados desde UK. Es un poco como la poesía. Tal vez el autor ha pensado en algo y, sin embargo, las lecturas de sus lectores pueden divergir mucho de las intenciones autorales. Bueno, sí, les epatábamos, nos hacia gracia. Pero lo real era la intención de disfrutar tocando boleros. Nadie mantiene durante años una actitud estilística sólo por epatar.



Pedro Burruezo & Bohemia Camerata actúan el próximo sábado día 30 de Mayo en el teatro Tarambana del madrileño barrio de Carabanchel, en la clausura de la 1ª Muestra “CRICOT” y presentando su segundo disco, "Multaqa Antigua Contemporània. The Tavern of the modern mystics"

Primera parte de la entrevista con Pedro Burruezo:
http://edgarducasse.blogspot.com/2009/05/entrevista-con-pedro-burruezo.html

No hay comentarios: